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De una hoja flotando -MdT 3-

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misvan93's avatar
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No hay palabras lo suficientemente grandes para escribir ese lugar.

O quizás sí.


La Espiral que, como indica su nombre, tiene varias plantas, es uno de los centros del mar de túneles. La gente ve cómo allí abajo la gente crea, habla y descubre todo aquello que otros han dejado décadas, siglos y milenios atrás.
La Espiral es lo que en otros sitios se llamaría una biblioteca.
Pero sin serlo del todo, porque en algunos lugares que se puede hablar.
Como le acaba explicando Salvia, es el único lugar donde los celestes entran sin problemas, sin autorizaciones ni miradas asustadas o coléricas.
Las primeras veces, como esa, Aliguer se queda mirando fijamente a esas personas que han visto el algodón colgante. Todas llevan ropas consideradas extravagantes —¿por qué van tan tapados, si tendrán más calor?— y, con un paso tan diferente en cada uno de ellos, acaban dándose cuenta de que alguien los contempla.
La mayoría lo ignoran.
Hay una joven de cabello de oro que le pregunta qué estás mirando, y él responde que es la primera vez que ve una piel tan dorada. Su piel se oscurece cerca de nariz.
—Qué niño más curioso... Es porque nací en un lugar muy, muy lejos de aquí, donde el sol que nos ilumina no es tan fuerte como cientos de metros arriba, y por eso no tenemos que tener la piel tan clara como la vuestra, que ha acabado así después de tantos años bajo tierra.
Y la joven alude a sus brazos de tacto casi transparente, casi albinos, despidiéndose de ellos no mucho después, revolviendo su cabello como haría con su hermanito pequeño.
Aliguer curva los labios hacia arriba, diciéndole adiós con su manita, preguntándose si todos los de su lugar son tan simpáticos. La madre recoge los dedos del hijo y los dos empiezan a bajar escalón tras escalón, hundiéndose cada vez más en la tierra, entre mármol y piedra. Le enseña esa gaviota que habían cazado y disecado para ver cómo eran sus alas extendidas, las diferentes clases de perfumes que trajo un hombre del oeste, quién fue el primer hombre celeste que los encontró...
Van descubriendo un lugar que ya estaba allí.
El niño, después de tanto andar, se siente sin fuerzas. Mientras ella va a buscar algo en el único puesto de comida permitido dentro de la Espiral, él se sienta en un rincón y gira el rostro hacia la bóveda encalada, hacia el mural donde un hombre terroso intenta alcanzar un objeto curvo, rojo y brillante que está arriba, bien arriba, con la punta de sus dedos.
Sus ojos recaen a la parte más baja de la pared pintada, y se abren hasta que su cara se inunda de sorpresa. Hay algo del mural que no tiene nada que ver con éste.

Nada.


—¿Qué miras, Aliguer?
Su pregunta se hace tan, tan obvia.
Eso de ahí, mami.
Salvia continúa la dirección del dedo de su hijo.
Y es como si alguien le hubiera robado las palabras, porque es incapaz de decirle qué es eso, todas esas cosas tan esenciales, tan importantes. Su querido Ali, absolutamente mudo, le pregunta para qué sirve.
Algo que no sabe.
Porque es la

primera

vez en su vida que

lo ve.


Se escucha por unos breves momentos el arrastrar de unas zapatillas junto con unos saltitos impacientes, que van de aquí a allá sin parar.
Ca-ra-be-la —lee en voz alta, ganándose alguna mirada reprobadora. Por más veterana que sea, sabe lo que significa estar en la Espiral.
—Mami, ¿una calavera no es un...?
Un cráneo.
Ella chista.
—Creo que no es eso exactamente, y no es la misma palabra. Esto es más ovalado, es de madera... y mira esos trozos de tela doblados. Es como si pudieran desplegarse.
—¿Para qué?
—Hijo mío, no tengo ni la más mínima idea.
—Mami, qué bonita es esa chica... mira, mira —señala hacia proa, donde justo debajo del bauprés hay una muchacha grácil y sonriente, con una cola escamada como las serpientes mas acabando de otro modo, con esos dos finales puntiagudos.
Cuando lleva un par de dedos a la madera, lo siente liso y suave, superficial... tanto, que le da la sensación que podría desprenderse al mínimo instante.
—¡Miseñora Silvia! ¡Aliguer!
Un hombre se acerca corriendo desde el otro lado, fatigado por el esfuerzo. A pesar de su juventud —unos veintisiete años— ya ha decidido su propio destino.
Algunos lo llaman Bibliotecario de los Narcisos, por el olor intenso que siempre lo acompaña. Otros, despectivamente, dicen que es el dragón de la guarida —aunque en un principio nadie sepa qué es un dragón—. El nombre que le dieron sus padres fue Váinamo.
Aunque casi todos lo llaman Nino.
Se aparta el cabello albino con rapidez y los mira confundido durante unos breves segundos, con sus grandes ojos de hoja profunda.
—Miseñora Salvia, debería decirle a Aliguerini que no toque más ese objeto. Se trata de un presente que nos regalaron cuando estaba a punto de nacer. No sabemos para qué sirve, pero mi superior me ha comunicado que sólo debe tocarse para limpiarlo.
—¡Mira mis dedos, mami!
Manchados de polvo, están.
Salvia le entrega un pañuelo, y mientras el niño va limpiándose concienzudamente, ella vuelve a examinarlo desde la distancia. Debe de tener alguna utilidad.
—Espera —se dice, sorprendida—. No sólo dice «carabela».
Junto a ella, justo antes, hay escrito:
Réplica de una

—Y una réplica suele ser una copia. Por lo tanto, existe uno más.
—Mami...
—¿Sí, cariño?
—Quizás puede flotar...
—¿Lo dirás por la hoja que cayó sobre el agua el otro día?
Aliguerini, pequeño él, esa abreviatura de adulto, asiente rápidamente. Sus mejillas están cada vez más rojas por la impaciencia y el nerviosismo; tiene ganas de saltar, y de sacarlo y de descubrirlo y mirarlo por dentro para saber si hay algo más interesante.
Tiene la curiosidad fluyendo en sus venas.
—¡Llévemoslo a Komtia! ¡Por favor! ¡Por favor!
—Cariño...
—Hasta que no puse el dedo la hoja no se hundió. ¿Y si no pasa lo mismo con esto?
—Cariñín...
—¡Por favor, mami!
—¡A-li-guer!
El niño se encoge. Váinamo está viendo la escena con una sonrisa mal escondida, y se alegra de no ser el único que ha recibido un grito de Salvia. Cuando Salvia grita, todo parece estremecerse. Nadie se cree que de una mujer tan pequeña pueda haber un tono tan fuerte y autoritario, que sale una vez cada cinco años... porque sólo lo utiliza si es realmente necesario.
—P-Pero...
El niño se hunde. Adiós a esa vana esperanza.
—¿Y por qué no intentarlo?
Salvia y Aliguer se giran. El joven parece guiñarles el ojo.
Aunque sólo es una ilusión.
—Mientras el jefe no se entere de ello... está bien.
—¡Yupi!
—Ojalá algún día la tierra te trague, Bibliotecario de los Narcisos —suspira la anciana.
Váinamo se traga el ligero insulto, gira de una manera exagerada los mechones y levanta ese objeto delicadamente, como si fuera del más fino cristal —porque una vez tuvieron una copa de ese material y el jefe de la Espiral se asustó al sentirlo tan frío que acabó en el suelo partido en miles de pedazos—.
Era más ligero de lo que pensaba.
—Misseñores, subid hacia Komtia. Ya les seguiré.
—Venga, Aliguer, vamos —le anima Salvia, que le agarra de la manita, y el niño de pies descalzos la acompaña.
—¿Se puede saber qué estás haciendo?
En una esquina aparece el gran encargado de la Espiral, ese hombre de traje entero y ojos como botones. Algunos lo llaman el Tirano, otros el Reprimidor. Váinamo y algunos más lo nombran «jefe». Su nombre es Sar Livu, si entendemos que «sar» es el título honorífico.
Sesenta y séis años y mucha experiencia a sus espaldas le han demostrado que puede alzar la voz tanto como quiera, sin importarle quién esté a su lado.
—¡Devuelve eso a su sitio!
—Mami...
—¿Qué, Ali?
Señala a Sar Livu, que avanza rápidamente hacia un Váinamo aterrado que hace lo único que le viene a la mente.
Correr como un desesperado.
Y lo siguen, escalón tras escalón, hacia la fuente, con el jefe de la Espiral en los talones y con todos los que se encuentran ahí viendo la persecución como si de un juego se tratase.
El título original de este capítulo es: De una hoja flotando en un cuenco.
El nombre de Váinamo viene del héroe Väinämöinen, de la mitología finlandesa, pero adaptado. Sar, por supuesto, es una forma modificada del sir inglés. Y Livu... no tiene procedencia.
Y Komtia en realidad tendría que haber sido Kojtia, pero me ha recordado a cierta palabra y se me han quitado las ganas de llamarle así.
Comments6
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RUTH125385's avatar
Es muy interesante! ya extrañaba tus historias...xD!